Viaje astral

Anteanoche, como siempre, hice mis ejercicios de tensiones estáticas, pero esta vez me dormí con los cascos puestos y los ejercicios en bucle casi toda la noche y… tuve un encuentro en mi sueño: era el doctor Lefebure. De lo que me acuerdo, diré que eso duró 2 minutos, sin embargo yo tenía la sensación de vivirlo con una intensidad que hasta entonces me era desconocida. Al despertar, tenía un recuerdo muy fuerte de su aspecto físico (su cara, su indumentaria,) y de lo que me hizo ver, su libro la iniciación de Subud, este título me apareció en grandes letras de color extremadamente vivo, luego volví a ver al doctor Lefebure sonriéndome.

Es todo lo que recuerdo. Ayer, llamé por teléfono al Sr Stiennon para encargar Kundalini, volumen 1 y le conté mi sueño, me aconsejó vivamente leer a Subud, puesto que allí debe de haber algún ejercicio o indicaciones para mi, algo que necesito; tal era el mensaje del Dr Lefebure según el Sr Stiennon (una vez más, gracias Sr Stiennon).

IJosue

Los sueños desdoblados se suceden y no se parecen unos a otros. Eso se vuelve cierto. (…) Me encuentro flotando en el cosmos. Un símbolo representativo de «ajna» flota en el vacío. Aparece al mismo tiempo que un zumbido, y cuando éste se esfuma, un círculo luminoso azulado se pone en el lugar del símbolo. Estoy completamente consciente siempre. Floto en medio de colores tornasolados realmente espléndidos. En todos los tonos. Son terriblemente brillantes. El contraste con el negro es mágico. Veo nebulosas y unas especies de vórtices. Unos «seres» con forma de espermatozoides gigantes (100 veces mi doble), translúcidos y ligeramente anaranjados flotan indolentemente. Ya no tengo doble. Floto. Decido cambiar de zona y pido prestado uno de estos vórtices.

Me encuentro en pleno año 1980. Mi padre espera en el andén del metro, del que bajo (soy siempre plenamente consciente). Lo saludo y, por si acaso, le pregunto qué hace allí. Me dice que espera a mi madre. Lo acompaño un poco en su búsqueda y ella aparece un poco más allá con un cochecito de bebé, donde mi avatar de juventud duerme con su hermanito. Además, está en compañía del padrino de éste y que le dice hasta luego. Me acerco a la cuna para ver mejor, y allí, la experiencia pierde estabilidad. Decido pues cambiar de zona antes de que sea demasiado tarde. Echo a volar y me hundo de nuevo a través del suelo.

Me encuentro de nuevo en el cosmos viajando a una velocidad extraordinaria. La sensación es embriagadora. Uno de los seres de los que hablaba anteriormente me roza, es de verdad gigantesco. Es espléndido. Nunca he visto colores tan bonitos. Quiero ir a otra zona, ésta es bonita, pero no muy activa, y quiero aprovechar el viaje. De manera que me marcho deprisa. Veo una enormidad de imágenes. Sé que podría detenerme, pero nada me seduce. Sigo pues avanzando rápidamente en medio de los colores. Al cabo de cierto tiempo, siento que la experiencia toca a su fin. Decido despertarme para no perder ni una pizca de todo eso.

Yannick

Descubrí y empecé a practicar el Fosfenismo después de hacer el cursillo de base. Los primeros resultados fueron rápidos, porque a las 3 semanas de realizar balanceos por la mañana y por la noche, tuve los primeros sueños con desdoblamiento.
Por aquel entonces, practicaba mucho la mezcla fosfénica con los reflejos del sol en el agua de la piscina, también hacía 4 o 5 fosfenos al día directamente con el sol, mezclando un pensamiento positivo y una plegaria, y almorzaba frente al sol, que iluminaba intensamente el plato blanco.

Practicaba únicamente los balanceos con mantras y observaba el caos visual. No describiré la multitud de sueños con desdoblamiento que tuve, pero sí quiero contar uno:

Estaba en pleno viaje astral sobrevolando un paisaje muy hermoso cuando de pronto sentí que algo me sujetaba por la espalda y partí a una velocidad vertiginosa en remolino hacia el sol. Justo antes de entrar en el sol, percibí tres pequeños seres que formaban un triángulo perfecto, vestidos con un gran manto con una capucha que les cubría el rostro. Los dos de abajo vestían de negro y el de arriba de blanco. Recuerdo que me acerqué a mis 3 ángeles guardianes (uno es masculino, el blanco, y los otros dos son femeninos, los negros), que representan los colores del yin y el yang). Pasé por debajo de ellos, después entré en el sol y allí, ¡se acabó el color!, todo era luz, una luz potente y omnipresente. Ningún color, ninguna salida, ninguna zona de sombra, ¡sólo una potencia extraordinaria y deslumbradora!

Después sentí que mi cuerpo físico se desintegraba empezando por los pies, como si los átomos de mi cuerpo partieran y se dispersaran en aquella luz. Esta desintegración ascendió lenta y regularmente hasta la pelvis, después hasta la cabeza y finalmente dejé de sentir la existencia del cuerpo físico (o etérico). Es una sensación y una experiencia que no podré olvidad, porque estaba literalmente fundido con la luz, ¡no tenía cuerpo! Recuerdo que entonces dije: ¡Sólo somos pensamiento, nada más! Después, una vez hube pronunciado esta frase, me desperté bruscamente.

Comprendí entonces que el cuerpo, igual que el resto del mundo, no es más que un conjunto de partículas que forman un todo, unidas entre ellas por una energía extraordinaria, luminosa y omnipresente, y que sólo el pensamiento o el espíritu nos pertenecen, es lo que somos en lo más profundo de nosotros mismos; el resto es ilusorio o sólo es un medio de…

Dejo de lado todos los magníficos viajes astrales que he vivido, con esos paisajes literalmente sublimes. Incluso he tenido la suerte de oír varias veces los coros celestiales, lo cual también es una experiencia única, ya que el cuerpo entra en una vibración extraordinaria al escuchar estos magníficos cantos. Al despertar, incluso he anotado uno de estos cantos (soy músico y conozco el solfeo), que quizá un día podrá bajarse desde el sitio web. Recuerdo que he tenido estas experiencias únicamente gracias a la práctica de la mezcla, los balanceos y el caos visual, ¡nada más! (sólo hice el primer cursillo).

Tristan F. - Paris

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