Energía Vital

El qi o chi, (se pronuncia tchi ) o ki (en japonés), es una palabra china que se puede traducir como soplo, vapor, exhalación, fluido, influjo, energía. Se trata de un concepto básico de la cultura china. En este enfoque espiritual, el chi incluye todo el universo y une a todo los seres entre sí; es un organismo vivo, circula en el cuerpo a través de los meridianos que se superponen en el centro de energía llamado hara o seika tanden en Japón y dantian en China. Está presente en todas las manifestaciones de la naturaleza.

El concepto de chi no tiene equivalente preciso en las tradiciones occidentales. Sin embargo, el concepto de éter o quinto elemento alquimista puede considerarse como equivalente. En la India se aproxima el prana. La noción de chi inspiró el concepto de fuerza en el universo de la Guerra de las Galaxias de George Lucas.

En la cosmología china, el chi, o aliento original, anterior a la escisión binaria del yin y del yang, por sí misma es la fuente de los diez mil wanwus de la que se formaron todos los seres del mundo. Tengamos en cuenta que el chi está en todos los reinos, también en el reino mineral: las venas del jade en particular, son consideradas como interacción de las venas del cuerpo humano; por otro lado, los estratos geológicos de las montañas son una de las manifestaciones macrocósmicas del chi.

El centro de las energías (dantian en chino, hara o seika tanden en japonés), punto de intersección de todos los meridianos, es pues la encrucijada del chi. Se sitúa en el vientre, a dos anchuras de dedo (cerca de 3 cm) bajo el ombligo. La medicina china se basa en gran parte en la noción del chi. La noción de chi es el origen de técnicas como la acupuntura y los masajes, que consisten en estimular los lugares de cruce de los meridianos.

El fin de las artes marciales denominadas internas como el tai-chi-chuan o el qigong, es mantener el equilibrio y el dinamismo del chi en el cuerpo. Lo mismo en Japón, el fin del shiatsu (masajes) y los ejercicios físicos (como los ejercicios respiratorios) es estimular el ki. La maestría del chi también forma parte de la enseñanza avanzada de los budistas a través de la meditación y los diversos ejercicios, lo que pone el énfasis en el aspecto del chi vinculado a la actividad mental. Los diferentes yogas indios enseñan el arte a desarrollar el chi (llamado prana en la India), principalmente con ejercicios de respiración.

La medicina y la ciencia de Occidente, incapaces de encontrar un medio científicamente observable para identificar y medir el chi, pasan por alto el concepto, y apenas toleran ciertas formas de terapias que se derivan de él. Sin embargo, un médico francés, el Doctor Francis Lefebure desarrolló un conjunto de técnicas, un yoga científicamente mejorado, a partir de la comprensión de la fisiología humana basada en la utilización sistemática de los fosfenos.

Los fosfenos son todas las sensaciones luminosas que directamente no son producidas por la luz que estimula la retina; pueden ser producidos de manera experimental por observaciones cortas de fuentes de luz. Los fosfenos permiten medir precisamente la acción sobre el cerebro de los ejercicios destinados a estimular el chi (principio del cerebroscopio). De este estudio emana una racionalización de dichos ejercicios energéticos que permite ver más claro en la selva de las técnicas que nos ofrecen las diferentes tradiciones.

Fundamentalmente occidental, el Doctor Lefebure ofrece una explicación simple y rápida de los principios que rigen el desarrollo del chi. Con estos descubrimientos, no es necesario jugar a ser oriental para sentir y desarrollar el chi. El ejercicio base es la «mezcla fosfenica» y es muy fácil de realizar, consiste en mezclar un pensamiento con el fosfeno. Este proceso tiene por resultado cargar este pensamiento con la energía de la luz, apareciendo numerosos efectos positivos, tanto en el aspecto pedagógico (desarrollo de la memoria) como personal (mejora de la concentración) o iniciático (enriquecimiento del tema de meditación).

Es posible trabajar también ejercicios de pensamiento rítmicos muy variados: balanceos de la cabeza, la respiración rítmica, los mantras y las tensiones estáticas. El fin de estos ejercicios es asociar el fosfeno con el pensamiento rítmico, desarrollando así el chi de manera considerable. En efecto, la genialidad del Dr. Lefebure es haber descubierto el mismo fundamento en todas las tradiciones e iniciaciones, y poder demostrarlo.

Extracto de Fosfenismo, nueva explicación del origen de las religiones:

Cuando observamos un fosfeno, tenemos la sensación de que presenta una agitación desordenada. Pero se puede hacer, por así decirlo, la disección del fosfeno y poner en evidencia, por separado, varios ritmos muy regulares, cuyas interferencias dan la impresión de desorden en un primer momento. Este estudio de los ritmos de los fosfenos es muy importante para comprender sus relaciones con los ritos religiosos, pues si se piensa al mismo tiempo que se observa un fosfeno, el pensamiento tiende a adoptar los ritmos naturales potenciales de los fosfenos, aunque tengamos la falsa impresión subjetiva de que es el fosfeno el que se adapta al ritmo del pensamiento.

Se comprende por qué, como veremos más adelante, la oración con fijación de la mirada en el sol se halla en los orígenes de todos los ritos religiosos, pues el ritmo del cofosfeno solar induce el de la oración, y todo este conjunto genera en el cuerpo corrientes de energía que se exteriorizan mediante danzas y posturas.

Ejercicio de Fosfenismo de pensamiento rítmico, desarrollo del chi y de la energia vital:

En el momento de un ejercicio físico particularmente difícil (subiendo por una cuesta en bicicleta o a pie, por ejemplo), podemos practicar un ejercicio de pensamiento rítmico que, por un suplemento de energía, le permitirá realizar ese desafío. Hacemos un fosfeno mirando brevemente el sol (no más de dos segundos). Las miradas al sol deben siempre hacerse sin gafas ni lentes de contacto ya que correrían peligro de quemar la retina.

Repita mentalmente un mantra al ritmo de seis pulsaciones por segundo. Podemos por ejemplo, repetir el sonido ki seis veces por segundo o, en un espíritu más musical, ti ki ti ti ki ti ti, etc. acentuando TI. Después de algunos minutos, la energía producida por la recitación del mantra cambia su estado de conciencia, permitiéndole en cierto modo olvidar el cansancio y el dolor proporcionándole un excedente de energía muscular. Reencontramos este proceso en todos los cantos de trabajo o de marcha que fueron ampliamente utilizados en el pasado por nuestra cultura y que todavía encontramos en numerosos países.

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