Emociones
Gestionar las emociones a través el Fosfenismo permite encontrar confianza en nosotros mismos.
Gestión de las emociones
Las emociones son reacciones complejas de nuestra representación del mundo. En realidad, somos nosotros quienes las creamos aunque parecen escaparse de nuestro control. En efecto, los datos que proceden del entorno cruzan una serie de filtros que operan inconscientemente. No podríamos sobrevivir sin clasificar el flujo masivo de información proveniente del exterior. Estos filtros eliminan datos, los deforman o los generalizan. Incluyen nuestra lengua, nuestras creencias, nuestros valores, nuestros recuerdos, nuestros métodos de clasificación y almacenamiento de la información.
Al final de este filtrado, nos hacemos una representación mental de la realidad de donde se deriva un estado emocional y un comportamiento, todo esto se desarrolla en una fracción de segundo. Cuando se habla de gestión de las emociones nos interesamos principalmente por las emociones desagradables: cólera, miedo, frustración, depresión, desesperación… Administrar las emociones nos permite mejorar nuestra facultad de adaptación, de encontrar confianza en nosotros mismos. Tomemos el ejemplo de la cólera. Es una emoción que puede ser devastadora. Cuando se descontrola se pierde el autocontrol de nosotros mismos, no hay más elección que responder al acontecimiento de manera apropiada.
Se ha escrito mucho sobre la cólera, sobre la manera de canalizarla de hecho es como una catarsis, por ejemplo, golpeando violentamente sobre un cojín, es la transformación consciente de la energía utilizando otro objeto, una forma de sublimación. La mejor estrategia para la gestión de la cólera consiste en evaluar de nuevo la situación. Dado que la emoción se desencadena por la representación que nos hacemos de la situación, substituyamos ésta por otra representación. Existen métodos que consisten en hacerse cada vez más consciente de nuestros filtros, para cambiar de creencias, de estrategias, de tratar la información manera diferente… Aquí tenemos otra más sintética y más eficaz. Es la gestión de las emociones por el Fosfenismo.
En 1960, un médico francés, Francis Lefebure, descubrió la influencia de la luz y el ritmo sobre los procesos mentales. Al mirar brevemente una fuente luminosa adecuada, se obtiene un fosfeno, es decir, una sensación luminosa que persiste durante varios minutos. Ahora bien, el fosfeno canaliza la atención favoreciendo al mismo tiempo las asociaciones mentales. Es una herramienta muy valiosa para trabajar sobre nuestras emociones.
Ejercicio de Fosfenismo aplicado al control de las emociones
Elegimos a una persona de nuestro entorno con quien tengamos un conflicto. Hacemos un fosfeno mirando una lámpara fosfénica durante treinta segundos. Durante esta observación nos concentramos en esta persona. En presencia del fosfeno, observamos todas las sensaciones que aparezcan. Nos sorprenderemos por la densidad de los pensamientos que se presentan. Realizamos varios fosfenos (de 6 a 8) trabajando siempre con el mismo tema de concentración. Hacemos este ejercicio varios días sin interrupción. Cuando volvamos a ver a esta persona, nos sorprenderemos probablemente al descubrir que reacciona de manera diferente. Gracias a este ejercicio, podemos cambiar nuestra representación de esta persona y solucionar nuestros conflictos.
Sublimación de las emociones
Cada vez que se nos presente una emoción desagradable, pensemos en el punto luminoso guardando en el espíritu la idea de que esta emoción se encuentra en este punto luminoso. Si experimentamos rabia, por ejemplo, la transformamos en luz: cuanto más violenta es la emoción experimentada más luminoso debe ser el punto. Es como si la rabia alimentara directamente el foco luminoso. Hace de combustible.